Las reservas netas volverían a ser 10.000 millones negativas para fin de año y el Gobierno interpreta que sería muy arriesgado levantar los controles cambiarios con un Banco Central tan débil. Apuestan al superávit fiscal para bajar el riesgo país y el impuesto PAIS bajaría finalmente el 1 de septiembre.
Javier Milei se ocupó en su presentación en el Council of the Americas de alinear las expectativas sobre lo que se viene en materia económica. “No es cierto que no se puede crecer con cepo”, sostuvo el Presidente, y justificó este sorpresivo punta de vista (sobre todo viniendo de él) indicando que “en los últimos meses los salarios le ganaron a la inflación”, promoviendo un repunte de la actividad. Enseguida reconoció que él no lo considera “verdadero crecimiento”.
El ministro de Economía reforzó esa idea apenas un día después, al hablar en la Bolsa de Comercio de Córdoba: “No están dadas las condiciones todavía. Del cepo vamos a salir cuando no tengamos ningún sobresalto, somos un país muy sensible a los vaivenes cambiarios”, explicó Luis “Toto” Caputo.
Ante la disyuntiva de continuar la senda de desinflación en los próximos meses o privilegiar la salida del cepo cambiario pero asumiendo un repunte de los precios, todo indica que el Gobierno se volcó por la primera opción.
El plan de emisión cero y mantener una buena oferta de dólares a través del contado con liquidación por el dólar “blend” a los exportadores permite mantener acotada la brecha y evitar sobresaltos cambiarios. Sin embargo, conspira contra la posibilidad de fortalecer las reservas del Central y por ende dilata la liberación de controles
Aunque ya desde el equipo económico no lo mencionan, el motivo principal para estirar sin fecha la eliminación del cepo es la alarmante escasez de dólares, que mantiene al Banco Central en una situación de gran vulnerabilidad.
Un informe de la consultora Equilibra concluye que “las reservas netas terminarían el año rozando los USD 10.000 millones negativas, las líquidas en dólares perforarían los USD 7.000 millones”. Estas estimaciones están en línea con las de otras consultoras económicas, como Eco Go.
El cálculo toma en cuenta el ingreso de capitales del blanqueo, incluyendo lo que entre en efectivo y la multa de 5% que se paga en moneda dura. También préstamos de organismos multilaterales por unos USD 2.000 millones adicionales.
Aún con los dólares del blanqueo y nuevos préstamos de organismos multilaterales, las reservas netas del Central quedarían negativas en cerca de USD 10.000 millones para fin de año, al tiempo que también bajarían las liquidas. Será difícil continuar con la baja del riesgo país con este escenario, mientras el Gobierno busca enviar más señales de austeridad fiscal
El panorama luego de fin de año se presenta comprometedor. Habría todavía que enfrentar la amortización de capital de bonos en dólares en enero por USD 2.900 millones y los pagos de capital e intereses de julio por otros USD 4.500 millones.
Para colmo, la soja cayó en los últimos días por debajo de USD 350 la tonelada, lo que compromete el ingreso de divisas por exportaciones previstos para el año próximo.
Riesgo-país
Ante semejante debilidad, es lógico que los inversores se mantengan muy cautelosos. Los bonos recuperaron en las últimas dos semanas y el riesgo-país perforó los 1.500 puntos básicos. La mejora se produjo en buena medida por un contexto internacional que arrojó buenas noticias sobre todo en Estados Unidos y es inminente la baja de tasas.
Sin embargo, el Gobierno precisa que el riesgo país baje de los 1.000 puntos como mínimo como para empezar a soñar con un regreso a los mercados. Esto permitiría refinanciar la deuda a tasas razonables y ya no precisar de acumular dólares para enfrentar los vencimientos.
Ése sería el momento indicado para salir del cepo sin mayores sorpresas, ya que los dólares frescos que precisa el país vendrían de parte de los inversores locales y extranjeros.
Pero nada es tan lineal. Los problemas para acumular reservas hacen que el riesgo país encuentre un límite para continuar en baja. Allí está puesto el foco del Gobierno, que cree que no es necesario levantar el cepo para recuperar la confianza de los inversores.
El plan ahora pasa por insistir con asegurar el superávit fiscal en el Presupuesto 2025. Mantener el equilibrio de las cuentas públicas debería ser un argumento fuerte -al menos desde la mirada oficial- para seducir a los inversores.
Pero es posible que al final del día los mercados opten por esperar el resultado de las elecciones legislativas para empezar a convencerse de un cambio que en la Argentina esta vez no tendrá marcha atrás. Con Mauricio Macri ya se comieron el amague. Ni siquiera el triunfo en la elección de medio término permitió consolidar al gobierno y dos años después volvía el kirchnerismo.
Si, como todo parece indicar, los tiempos para la apertura del cepo se dilatan, será muy difícil que haya novedades antes de las legislativas. “Me parece que el cepo cambiario va a durar mucho más tiempo de lo que piensa el mercado”, aseguró esta semana el economista y diputado del PRO, Luciano Laspina.
Recuperar, sin emisión
Por otra parte, se busca romper el círculo vicioso de los últimos 20 años: un rebote tras un período recesivo impulsado por fuerte emisión monetaria y mejora del consumo. Pero luego sobreviene una fuerte presión cambiaria y un repunte de la inflación, que termina generando una licuación de ingresos y más emprobrecimiento.
En los próximos días el equipo económico terminará de definir la rebaja del impuesto PAIS, de 17,5% a 7,5%. La decisión es que sea en septiembre, pero aún no se determinó si será en el arranque del mes o al final. La intención de Caputo es que ocurra desde el 1 de septiembre, pese a que no está claro todavía si el paquete fiscal (blanqueo, moratoria, Ganancias y Bienes Personales) alcanzará para compensar la pérdida de recaudación ya desde el mes próximo.